La Ciudad

Elche, Oasis Mediterráneo.

Industrial y turística, moderna y celosa de sus tradiciones, con el mar al lado y las palmeras impregnando cada uno de sus rincones, la vida en Elche es agradable y laboriosa, como sus gentes. Por su ubicación, en pleno arco del Mediterráneo, ha sido desde antiguo pieza codiciada de pueblos venidos de otras tierras, que fueron dejando sobre su suelo un importante legado, del que hoy disfrutamos.

Un verdadero mar de palmeras integrado en la ciudad, que conforma un paisaje único en Europa: esa es la primera e irrepetible sensación que se experimenta al llegar. Este equilibrio se ha mantenido durante siglos gracias al tesón de los ilicitanos, lo que ha permitido que cuente con un patrimonio natural y cultural de primera magnitud. Prueba de ello es el entorno del Camp d’Elx, que rodea la urbe, todo un ejemplo de conservación de un modo de vida muy singular.

Comunicaciones Excelentes

Excelentemente comunicada por la autovía del Mediterráneo y el aeropuerto internacional en la pedanía ilicitana de El Altet; con unas sólidas infraestructuras y con todo su potencial creativo puesto al servicio del presente y del futuro, Elche supone siempre una gratísima sorpresa para cuantos, por muy diferentes motivos, llegan o regresan a la ciudad.

Con el tamaño justo para disfrutar de todas las comodidades y servicios de las grandes ciudades, pero sin perder el sabor de lo asequible y cotidiano, su clima, benigno, invita a disfrutar de la calle y la naturaleza, a la extraversión y el goce (lo mismo que el esfuerzo) hombro con hombro.

Dos Patrimonios de la Humanidad, el Palmeral y el Misteri, no hacen sino confirmar lo que en Elche se ha sabido desde siempre: que la vida compartida es infinitamente mejor.

Historia

Elche ha tenido dos emplazamientos a lo largo de su historia. El primero en el yacimiento de l’Alcudia, situado dos kilómetros al sur del actual núcleo urbano, habitado desde el neolítico hasta la etapa visigoda y que ofrecía la ventaja estratégica de su fácil defensa gracias al río Vinalopó. El núcleo primitivo se desarrolló hasta configurar en el siglo V a. C. la ciudad ibérica de Helike, que perduró hasta la invasión cartaginesa en el 280 a.C. Fue la época esplendorosa de la cultura ibérica, en la que esculpió la Dama de Elche. En el año 209 a.C. la ciudad ibérica se romaniza, y ya en el siglo I a. C. adquiere el título de Colonia Iulia Illice Augusta. Desde aquí en adelante fueron constantes las destrucciones y reconstrucciones a consecuencia de la llegada de los bárbaros y la etapa final de los visigodos.

Con la llegada de los árabes a la ciudad se traslada a su emplazamiento actual entre los siglos VIII y IX, al barrio conocido como la Vila Murada. La conquista cristiana de Jaime I, en 1265, obligó a los musulmanes a marcharse al Raval de Sant Joan. A principios del siglo XVII, Elche pierde un tercio de su población a consecuencia de la expulsión de los moriscos. En el siglo XIX surgió la importante actividad alpargatera, origen de la actual industria del calzado que potenció el crecimiento de la ciudad.